«Y esto es lo que tenemos aquí». Después de un costoso
trayecto monte arriba, el mar verde de Almuñécar se deja ver. Se trata
de una inmensa plantación de chirimoyos de la mayor zona productora de
esta fruta del mundo: la Costa Tropical.
Marcus Brackelmanns –alemán, con más de 30 años de vida
almuñequera– muestra desde las alturas ese amplio paisaje de chirimoyos y
cuenta la anécdota que le hizo idear el Proyecto Chirimoya. «Era
director del hotel Cotobro donde servíamos una sopa fría de chirimoya.
Un día nos quedamos sin género para prepararla y pensé que cómo era
posible no poder disponer de la fruta o la pulpa todo el año».
Así surgió el Proyecto Chirimoya que tiene como objetivo
que esta –todavía– desconocida fruta, conquiste el mundo. La idea de
Marcus consiste en transformar la chirimoya en productos como zumos o
yogures que se vendan en el mercado nacional y aumenten el grado de
conocimiento de la fruta. El objetivo es que todos esos productos lleven
un sello de la Costa Tropical y que ese dulce sabor se convierta en
embajador del litoral granadino. «Con la chirimoya tenemos una gran
fortuna, es algo exclusivo, una singularidad que refleja la excelencia
del clima subtropical que tenemos aquí», apunta Marcus que está harto de
escuchar hablar de intenciones en materia de promoción turística.
«Tenemos que ponernos a trabajar, urge sacar esto adelante porque hay
mucha gente que lo está pasando mal», indica el director del Proyecto
Chirimoya.
Con esfuerzo y tesón, Marcus y su equipo, han llamado a las
puertas de grandes multinacionales proponiéndoles fabricar yogures,
zumos, batidos, helados y hasta cremas o fitosanitarios de chirimoya.
Recreándoles cómo sería ese producto, llevándoles la base ya fabricada,
el Proyecto Chirimoya ha conseguido colarse en los departamentos de I+D
de prestigiosas multinacionales. Una de éstas, ya les ha garantizado que
ha incluido la chirimoya entre sus nuevos proyectos y que la
incorporará a una nueva base de yogur para desarrollar un producto
premium. Después de dos años de trabajo, comienzan a llegar los
resultados.
Proyecto Chirimoya mandará las frutas que ahora no se
comercializan, ese 20 o 30% que se desecha, a una fábrica de Cataluña
que obtiene al año inmensas cantidades de derivados de frutas. Con ese
derivado, se harán los productos que convertirán a la chirimoya en una
fruta mucho más conocida. Marcus expone el lado social del proyecto,
todo lo que la fruta –que llevará un sello con su procedencia– podrá
revertir a la Costa Tropical. «La gente va de vacaciones al origen de un
producto que le gusta porque realiza una asociación emocional», expone.
Brackelmanns aclara que el proyecto busca sumar, contar con
agricultores, operadores y empresarios, con el apoyo de las
instituciones y con la Denominación de Origen de la Chirimoya.
El proyecto va tomando forma. Ya acumula seguidores en
redes sociales y lo conocen en el secretaría de estado de Turismo y en
la dirección general de alimentación del Ministerio de Agricultura,
según apunta Onofre Miralles, abogado del bufete Cremades Calvo-Sotelo,
que lleva los asuntos legales. Para darlo a conocer se han hecho
promociones más terrenales como entregar una chirimoya a los diputados
del Congreso y se prepara un viaje espacial de esta fruta, gracias al
astronauta Pedro Duque.
Una de las partes más emotivas del Proyecto Chirimoya es la
de la cooperación internacional. Surgió a través de una petición de la
asociación AMA, de agricultores que cultivan chirimoya en Colombia. Para
ellos solo supone el 20% de sus plantaciones pero se mostraron ávidos
por conocer consejos para una mejor producción. Así, desde Almuñécar y
con el apoyo de Dionisio Franco, de la finca experimental almuñequera,
se les enviaron vídeos explicativos en los que se expone cómo se deben
podar, por ejemplo. Desde el otro lado del charco se han mostrado muy
agradecidos y por eso se ha creado un blog para compartir los
conocimientos de esta fruta capaz de lograr cosas increíbles.